Nick caminaba a trompicones por las
ruidosas calles de la ciudad. Intentaba esquivar a la gente que, como él,
acudía veloz a su lugar de destino. Los amplios ventanales de los kilométricos
rascacielos eran testigos de aquel movimiento en pleno centro metropolitano. Se
escuchaba el claxon de los coches, conversaciones a media voz, tacones sobre el
asfalto y el llanto lejano de algún niño.